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Examen de las Condiciones Para la Transición en Venezuela.

  • Carlos Daniel Osorio.
  • 21 ene 2019
  • 4 Min. de lectura



Tras un largo periodo de desesperanza y pesimismo creciente en la ciudadanía, hoy la situación se presenta favorable para un cambio positivo y necesario para el país. Hoy existen condiciones sin precedentes en Venezuela que permiten vislumbrar la posibilidad de esa transición a un régimen democrático que respete la voluntad y los derechos de sus ciudadanos, y de esta realidad es consciente la población, quien activamente está participando de las diversas manifestaciones cívicas con ánimos que no se había visto en bastante tiempo en estas tierras.

En los años que anteceden a nuestro critico presente, el ánimo colectivo decreció al punto de que, si bien existían manifestaciones públicas (que en su mayoría tenían como origen deficiencias en los servicios públicos) estas no estaban articuladas por un objetivo común. Al contrario de los años 2014 y 2017, épocas de intensas protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro, las manifestaciones de los sectores populares y de clase media tras el 2017 se han limitado a ser por sectores, carentes de cualquier tipo de organización a nivel nacional que pudiera devenir en una situación crítica para quienes gobiernan.

La ausencia de organización en las protestas en este periodo responde a la carencia de confianza entre los ciudadanos y de ellos con las instituciones, que para el caso que nos compete, serían los partidos políticos y la asamblea nacional elegida en el año 2015, quienes no supieron coordinar las estrategias necesarias que pudieran satisfacer la demanda del colectivo en cuanto a dirigir las protestas se refiere. En este sentido, a pesar de que la crisis que atravesaba el país se aceleraba vertiginosamente, el descontento se manifestaba de forma desorganizada y era detenida rápidamente o bien por las fuerzas represivas, o por soluciones cortoplacistas a los problemas que la para los que la comunidad exigía solución.

Sin embargo, tras los hechos suscitados en el año 2018, con el adelanto de las elecciones presidenciales de forma inconstitucional convocadas por la Asamblea Nacional Constituyente que igualmente carece de legalidad, se generaron las condiciones iniciales, legales y políticas, para que con la instalación del nuevo periodo en la Asamblea Nacional, existieran las condiciones propicias para una situación favorable al cambio dentro del sistema político venezolano.

La razón de esto último se da en la confabulación de factores internos y externos relacionados con la crisis que atraviesa el país, y que se han hecho presentes en el imaginario colectivo. En cuanto al primer factor, si bien es cierto que la crisis económica, política y social ha sido una constante de la presente década como nunca antes, ha sido la reaparición de la Asamblea Nacional como actor preponderante que abandera la causa democrática y como único poder legítimamente constituido, aunada a la construcción de un discurso que ha deslegitimado efectivamente con bases constitucionales a Nicolás Maduro para el ejercicio de la presidencia, los elementos que han permitido el resurgir de la protesta organizada en Venezuela.

Sobre el segundo factor, los recientes cambios en los gobiernos de la región latinoamericana, que han suscitado que el comportamiento de los mismos difiera de la izquierda característica de la región hasta hace unos años, hacen que las relaciones diplomáticas, que otrora otorgaban estabilidad al gobierno en el continente, ahora sean más complejas debido a la disminución de los aliados dentro de Latinoamerica lo que ha devenido en la imposibilidad de establecer acuerdos que permitan financiamiento o el intercambio de recursos necesarios para reanimar un gobierno cuyas fuentes de ingreso y prestamos son cada vez más reducidas. A esto habría que añadir la presión ejercida por instituciones supra-nacionales como MERCOSUR en la región y la Unión Europea, así como las medidas económicas ejercidas por gobiernos fuera de la región como Estados Unidos y Canada, sin tomar en cuenta las medidas legales que se están ejerciendo en el plano del derecho internacional en ámbitos como la Corte Penal Internacional.



Sin embargo, este ejercicio de enumerar las debilidades del gobierno que toma hoy el poder de facto (es decir, sin ninguna legitimidad y amparado en el poder coercitivo) podría hacer caer a la población en un optimismo excesivo, irresponsabilidad en la que cualquier estudioso de la política puede tener la tentación de caer. Y es que si bien existen condiciones favorables para el cambio hoy, hemos de tomar en cuenta los obstáculos presentes aun para diseñar las estrategias que nos hagan afrontar el desafío que tenemos por delante como ciudadanos correctamente.

La aparente obediencia del aparato coercitivo (militar, policial y paramilitar) a Nicolás Maduro, el control de los activos de la nación, y el monopolio de los medios de comunicación son algunos de los factores que aún están en favor del gobierno, pero que sin embargo, resultan pilares que muestran signos de fragilidad en esta situación de crisis. Reconocer estas realidades ha de permitir trabajar sobre el debilitamiento de estos pilares para así generar el quiebre de la fracción que hoy ocupa los espacios de poder ilegítimamente.

Hoy entendemos que la solución no se restringe a los ámbitos legales, y es notorio que la situación obliga a trascender de estos. La política no es más una abstracción a los ojos del ciudadano, comprende que es su papel participar del cambio que necesita el país. Las constantes transgresiones a la constitución por parte del gobierno de Nicolás Maduro, y la puesta en funcionamiento de poderes públicos carentes de legitimidad obligan a plantearse los mecanismos que hagan posible la instauración de nuevas instituciones que otorguen el orden necesario para el progreso en el país. Esta última tarea debe ser cuidadosamente estudiada por quienes son artífices de la transición que hoy se persigue, dado que en sus manos está la consecución de un proyecto país que no solo se encargue del rescate del mismo, sino además de su reconstrucción.

Sin ser este un examen científicamente exhaustivo de las condiciones actuales, el análisis presente pretende ser un bosquejo del panorama actual. Convencido de que el saber politológico de nuestros tiempos ha de estar al servicio de la construcción de un sistema que propicie condiciones de vida óptimas y el respeto de los derechos a sus ciudadanos. Existen posibilidades reales de cambio en nuestro país, y está en tarea de todos nosotros, como ciudadanos de una república hoy en ruinas, reconstruir y refundar una nueva Venezuela que ha de aprender de sus errores históricos para por fin obtener la estabilidad que por más de doscientos años ha añorado.

 
 
 

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